Elegir equipos en la vida real no es como solía ser en clase de
gimnasia. Ser el primero que eligen puede ser terrorífico, y ser el
último elegido es lo peor del mundo. Así que miramos desde las afueras,
aferrados a nuestro aislamiento. Porque sabemos que en cuanto dejamos
el banquillo… llega alguien y cambia el juego por completo.
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