El problema llega cuando tratamos de ponerle nombre a los sentimientos. ¿Por qué la necesidad de etiquetarnos? Si el amor no se racionaliza, ¿Por qué comenzamos a hacerlo? Somos o no somos, estamos o no estamos, vivimos o no vivimos… ¡Tanta jodida polaridad cansa!
Quedémonos en medio, cariño, seamos sin ser, estemos sin estar, queramos o amemos sin nombrar, no importa que sea algo gradual. No nos abandonemos, no.
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