Sin sentido
Lo
amaba con ese amor terrible, posesivo, absoluto con que aman los niños
solitarios. No podía imaginar su existencia sin él, sin su incesante
parloteo, su curiosidad, sus caricias infantiles y la ciega admiración
que el le manifestaba. El pretendía tragarse el mundo y ella vivía
abrumado por la realidad. Ella lamentaba de antemano las desgracias que
podían separarlos, pero él era muy niño para imaginar el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario